Ruta realizada el Domingo 30/08/2020
Participantes: Félix, Juan, Rufi
Reproductor audio crónica:
Hoy ha empezado el otoño sin avisar. Hemos quedado a las 9:00 de la mañana en el Centro de salud de Cabanillas de la Sierra. El instigador de la salida era Pepe, pero no ha venido porque tenía el culo como el de un mandril. Eso pasa cuando uno se pasa. En concreto cuando uno se pasa de montar y lleva culottes gastados o de mala calidad.
El caso es que hemos ido Félix y yo y… afortunadamente, se nos ha unido a última hora Juan, recien llegado de su retiro playero.
Hemos llegado todos casi a la vez. Juan y yo, de hecho, juntitos. Si es verdad que el radar de la entrada de Venturada funciona, nos ha debido cazar a los tres porque ir a 50Kms/hora en esa recta es muy complicado. El radar está perfectamente señalizado y perfectamente oculto detrás de un árbol donde es imposible verlo cuando vas en el sentido de la marcha.
Por otro lado, aunque hemos llegado o’clock, la bici tiene un poderoso efecto laxante. Te puedes pasar horas sentado en el trono en tu casa y…. nada. Sin embargo, es saber que vas a tener que montarte en la bici y uno se va por las calicatras. No hace falta ni montarse, solo con la saber que te vas a subir a la bici en breve es más que suficiente para que te azote el mal de Surroca, que es aquel que te hace cagar más que la moscarda.
Desgraciadamente, los bares de ahora no son como los de antaño. Ya no hay un bar de pueblo que abra antes de las 10:00 de la mañana. ¿Dónde desayuna esta pobre gente? Un paisano me ha mandado a la panadería (¿tendría cuarto de baño?), pero también estaba cerrada.
En fin que hice lo que pude y, sobre todo, lo que hice fue la ruta apretando el culo y, como consecuencia de la desventura, hemos salido tarde.
La ruta es de las relativamente cortas (unos 30kms) y con poco desnivel, pero lo cierto es que no paras de dar pedales en ningún momento. Y, eso sí, es una ruta muy divertida, con zonas reviradas, trialeras, senderos, subidas y bajadas técnicas y, en las épocas del año que corren, cardos como tigres de bengala que se te agarran al cuerpo como si no hubiera un mañana.
El jefe se había llevado el GPS sin pilas, con lo que los guías de la cosa hoy hemos sido Juan y yo (sobre todo Juan). Esto es un invento que conviene que no repitamos mucho porque, aunque hemos llegado bien y la ruta tenía bastantes derivaciones, hemos dado alguna vuelta de más. De hecho, en un momento hemos estado a punto de desandar todo lo que llevábamos hecho hasta entonces. Menos mal que el error se ha quedado en que nos hemos comido, de gratis, una cuestaca y poco más.
Juan ha venido hecho un jumento porque «solo» ha podido salir 17 días este verano con la bici de carretera. Se ha comprado un culotte Assos y, en la misma tienda, unos gemelacos que da miedo verlos. Cuando haya rutas más exigentes le vamos a tener que sacar una foto para no olvidarnos de él, porque no le vamos a ver el pelo.
Como he tenido que ir muy pendiente del GPS no me he enterado de cuáles son los pueblos por los que hemos pasado, pero los conocemos todos, porque la ruta pasa por muchos sitios de otras rutas que ya hemos hecho otras veces. Yo destacaría la famosa zona trailera de piedras que es consustancial a la ruta de La Cabrera (esa que le mola tanto a Alfredo) y que pasa por la urbanización de los putos pitufos, la cantera de granito y la antigua cárcel de la posguerra, donde estaban confinados los presos que, además de presos, se construyeron una serie de puentes, viaductos y líneas ferreas, según nos ha confirmado un paisano que, además, nos ha sacado unas fotos.
A mi ha habido partes de la ruta que se me han atragantado pero no sé si es por mi bajo estado de forma o por mi sobrepeso. Como engorde dos kilos más voy a pasar a ser especie protegida de Greenpeace. Unos se dedican al Fitness y yo al «Fatness».
Hemos acabado a la una, pero no en la laguna, con lo que no puedo colocar la alegre coplilla que colocó el jefe el otro día en su crónica. Sí puedo decir, sin embargo, que la una son las 13 y que cuanto más me la tocan, más me crece.
A ver si vamos consiguendo que a Pepe se le cure el culo, que Alfredo vuelva del exilio, que Miki deje de entrenar en solitario, que Juanlu se apunte a una de fin de semana y que Domingo se instale definitivamente, donde quiera, pero que se instale y que venga a las rutas de fin de semana. De momento, tres sacos de cemento. Esto no lo digo por los tres que hemos ido hoy, que nos lo hemos pasado de fábula en una ruta que merece mucho la pena.
Es una ruta a tener en cuenta y repetir cuando el terreno esté más húmedo y cuando Pepe tenga su nuevo maquinón y se anime a venir y hacerla.
Otras fotos: Link Álbum
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6 comentarios en “Cabanillas de la Sierra Trialeras”
Los comentarios están cerrados.
Muy bueno Rufi. Las crónicas con tu humor fino son un deleite.
Rufi empieza a hacer ya la dieta del Cucurucho que empieza la temporada del Tour.
¿No encontraste una casa abandonada para hacer las deposiciones en la entrada? . Yo te entiendo que como los gatos solo puedes cagar en un sitio específico , pero el campo es lo que tiene.
Que ganas tengo de incorporarme de nuevo.
Fernando, estás hecho un Góngora. Dejo en tu mano enjuiciar si por maricon o por la redacción.
Enhorabuena chavales.
Quiero kilómetros de bici
Pepito, pero ¿cómo preguntas eso si nos conocemos de «atras»?
Le he añadido la canción The Long And Winding Road (El largo y tortuoso camino) interpretada por Peter Frampton, que le va muy bien por el tipo de ruta.
Cierto Jefe, qué agudeza tiene Fer. Te hace revivir los detalles como si estuviéramos de nuevo en la ruta.
¡Enhorabuena, poeta!