Vuelta al Atazar. El resurgir de Pepe

Ruta realizada el Domingo 09/02/2020

Dificultad Física
Dificultad Técnica
40.6 km
865 m
54 Km Distancia Madrid
3h27'
2h46'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Alfredo, Félix, Juan, Pepe, Rufi

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Temperatura media: 4.4
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9 de Febrero de 2020. Hoy celebramos mi cumpleaños. Este año solo cumplo uno, pero me ha pesado como si me hubieran caído 10 de golpe.

Quedamos a las 9:00 en el Berrueco y ahí nos encontramos Alfredo, Pepe, Félix y Juan. Día rarito en el que, como decía Pepe, no hacía nada de calor. Nada más salir ya se vio lo que iba a pasar a lo largo de toda la ruta. Juan y yo nos quedamos retrasados y Pepe salió como si no hubiera un mañana.

Salida desde El Berrueco. Ya casi listos todos, menos Alfredo que llevaba ya media hora preparado.

El primer tramo de la ruta la hacemos en paralelo al camino. En concreto, lo hacemos subiendo por encima del canal de conducción del Canal Isabel II. Son continuas entradas y salidas en un recorrido divertido en el que es conveniente llevar los dedos en los frenos para evitar que una rama te tire al suelo como un bolo.

Al final del camino llegamos a la presa desde donde se ve que el nivel de agua del Atazar es más bien bajo.

Desde la presa ya sí tomamos la pista «normal» y nos dirigimos a la presa del Villar. De momento la jornada va bien, menos por el hecho de que Pepe había salido disparado y todavía no lo habíamos encontrado. El amigo Pepe estaba entrenando para lo que vendría más tarde

Desde la presa nos dirigimos hacia Robledillo (de la Jara, no de la Sierra). Poco antes nos hemos encontrado ya con el fugado Pepe que, para restregarnos la cosa, dice que había ido tocándose los huevos y que le tendríamos que haber alcanzado antes.

En la iglesia de Robledillo hay un debate sobre si era el momento adecuado o no para apretrase el platano. Al Jefe le da lo mismo porque hoy se ha traido dos y está dispuesto a alicatarse uno ahora y otro más tarde. Cómo se nota la gente de plata. Finalmente decidimos que no lo tomábamos ahí sino al final de la bajada.

Desde Robledillo tomamos el camino del Puerto de la Puebla, al que no llegaremos. Nada más salir de la iglesia empieza la subida de la antena. Yo no vi ninguna antena en nigún momento, pero parece que había una. La subidita se las traía y se empezó a notar claramente quién monta dos veces por semana y quién hace más de un mes que no montaba. Pepe hizo el truco del perro que fuma, quedándose con Juan como si le estuviera costando la cosa.

Una vez llegados a la antena (seguro que había una), empezamos una bajada que, en un momento dado, se hacía por un cortafuegos. En plena bajada nos encontramos con dos globeros que, al llegar abajo, nos dijeron que iban a hacer una ruta similar a la nuestra pero más larga. El platano (el primero del Jefe) nos lo tomamos en el puente que está sobre el río de cuyo nombre no estaban seguros ni Pepe ni Félix. Podría ser el ¿Gofio?

La siguente parada la haríamos ya en la presa del Atazar, después de un tramo de carretera con una bajada fuerte en la que se alcanzaban velocidades importantes. En la presa el «segurata» nos llamó la atención porque, al parecer, es un recinto de seguridad donde no te puedes parar ni sacar fotos. Esto no deja de ser curioso porque, un poco más arriba te puedes hartar a sacar todas las fotos que te dé la gana. En fin, algún motivo hay seguro.

Al cruzar la presa empezaba la tostada. Una subida interminable por carretera en la que tenías que ir esquivando Ferraris, Porsches y motos de gran cilindrada que venían en dirección contraria, a toda leche y con el suelo húmedo. En esta subida Pepe demostró que está hecho un coloso. Viniendo desde atrás no solo me levantó los adhesivos sino que, «en dos patás» se puso a la estela de Alfredo que, obviamente, no iba a vender su piel barata. Así llegaron hasta el final de la subida, donde pararon para esperarnos. A Félix no había que esperarle, pero hizo de gregario, tirando de Juan que, como aquí hay que venir llorao, llegó arriba sin decir ni pío.

Hasta llegar al final de la ruta, lo único destacable fue una bajada trialera en la que las 29″ demostraron sus virtudes. Bueno, las 29″ y Alfredo, que es de otro planeta y aunque fuera en triciclo se la bajaría.

Para completar la jugada nos comimos una pequeña subida antes de llegar al Berrueco y, una vez en el pueblo, un jabalí para reponer fuerzas.

Ruta fácil, siempre que estés en forma, que no era mi caso, con mucha carretera y un par de bajadas divertidas. Para desengrasar no está mal

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3 comentarios en “Vuelta al Atazar. El resurgir de Pepe”

  1. Feliz cumple, Fernando. Siento no haberme podido quedar a las cañas. Mucho protagonismo inmerecido… La semana próxima le damos un mordisco a los puntos de Félix y Alfredo, que los tenemos fuera.

  2. Aunque la ruta tiene demasiado asfalto y es peligrosa, pasamos otra buena mañana con los colegas. Buena crónica, Rufi. A ti, está claro que la mañana no te confunde.
    Feliz cumpleaños.

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