Ruta realizada el Jueves 26/09/2019
Participantes: Domingo, Juanlu, Pepe
Inaguramos el otoño con una ruta fácil y agradable, de esas que no te das una gran paliza, pero te justificas como que “has salido”. La ha buscado Domingo, intentando que tuviera algún tramo distinto a los que ya conocemos, que por esa zona no es sencillo.
Quedamos tarde y salimos más tarde aún, por evitar atascos, que los madrileños se siguen empeñando en ir a trabajar en coche desoyendo a las autoridades y molestan a los jubilados que queremos salir. Para nosotros no oí ninguna campaña que nos empuje al transporte público.
Pues eso, que empezamos con la subidita hacia San Lorenzo y, además, por carretera. De ahí subimos a la silla y cogemos pista en dirección a Zarzalejo, que atravesaremos a la ida y a la vuelta.
Luego pista, a enlazar con la M-521 y subidita para coronar el minipuerto. Ni larga, ni exigente, pero es la tercera “tetita” que nos chupamos en la ruta.
De ahí, ya sabes, hay un sendero que sale del alto y lleva a la ermita de San-no-se-quién, aunque el track nos manda por carretera. La ermita queda algo escondida y no tiene más mérito que haber disfrutado allí ya varios plátanos en compañía de los amigos.
Creo que la última vez salimos a una trialera de bajada pronunciada, pero hoy nos saca por pista hasta una urbanización de Robledo, con alguna casa cara. Nos llama la atención una tipo bunker, tanto la casa como la valla. Hay arquitectos que no se les puede dejar solos. Con lo fácil que sería decirle “oye, haz otra casa como las del pueblo, las de siempre”.
De Robledo a Zarzalejo tenemos el cuarto y último repecho significativo de la ruta. Es una pista lista, pero de esas de piedra pequeña y suelta que te obligan a apretar el culo contra el sillín y mantener un desarrollo muy corto hasta arriba. Luego sendero paralelo al tren y de nuevo cruzamos el pueblo desandando el mismo camino.
Hacia El Escorial escogemos el camino bonito, el que es algo más técnico y tiene un trozo de calzada romana. Se lleva bien y llegamos al final con el desgaste justo.
Comimos donde siempre, pero hemos visto un bar de pueblo antiguo, que tiene alguna mesa fuera y salón en el interior. Los parroquianos de la hora del café tienen aspecto de ir cargaditos de Fundador y se sientan fuera oreando la barriga y fumando. El menú que ofrecen es de ocho euros, con tres primeros y tres segundos. Se llama El Muro (Calle de Alfonso XII, 2, 28280 El Escorial, Madrid). Si hay güevos, el próximo día probamos.